¿Qué poder dirige la política exterior y celebrar tratados internacionales?

Competencias del Congreso en materia de asuntos exteriores

La precipitada retirada de las tropas occidentales de Afganistán y la rápida toma del poder por parte de los talibanes en Kabul han puesto en el orden del día con renovada urgencia algunas cuestiones fundamentales sobre la política exterior alemana. ¿En qué forma -y con qué objetivos- debe implicarse “Occidente” en tales contextos en el futuro? ¿Qué grado de responsabilidad quiere asumir el gobierno alemán? ¿Cómo se preparará Alemania para las operaciones militares en el extranjero en el futuro? Por último, pero no por ello menos importante, también se trata de saber cómo la acción preventiva puede identificar la escalada de las crisis en una fase más temprana y ayudar a evitar los conflictos violentos o a afrontarlos con mayor eficacia.

Más allá de estos aspectos actualmente debatidos, los acontecimientos en Afganistán y los debates sobre las lecciones aprendidas de este compromiso internacional ilustran la importancia que tienen para Alemania las cuestiones relativas a los marcos normativos mundiales y regionales. El Gobierno Federal y el Bundestag recién elegidos tendrán que dar respuestas rápidas y de gran alcance a un gran número de cuestiones futuras.

¿Qué importancia tiene el poder diplomático del presidente?

Los presidentes tienen más poder y responsabilidad en la política exterior y de defensa que en los asuntos internos. Son los comandantes en jefe de las fuerzas armadas; deciden cómo y cuándo hacer la guerra. Como jefe de la diplomacia de Estados Unidos, el presidente tiene el poder de hacer tratados que deben ser aprobados por el Senado. Y como jefe de Estado, el presidente habla en nombre de la nación ante otros líderes mundiales y recibe a los embajadores.

Los presidentes casi siempre señalan la política exterior como prueba del éxito de su mandato. El experto en política interior Bill Clinton se transformó en un entusiasta de la política exterior de 1993 a 2001. Incluso antes del 11-S, el notoriamente poco viajero George W. Bush sufrió la misma transformación. El presidente Obama se ha implicado tanto, o más, en la política exterior que sus predecesores. El Congreso -siempre que se le consulte- es menos proclive a cuestionar las iniciativas presidenciales en política exterior que en política interior. La idea de que el presidente tiene mayor autonomía en política exterior que en política interior se conoce como la “tesis de las dos presidencias”.

El poder del presidente para nombrar a los jefes de los departamentos ejecutivos

Luego viene, en la conclusión de los tratados, la “fase de redacción”. Se organiza el texto y los legisladores tienen derecho a modificarlo o enriquecerlo. Las negociaciones suelen llevar mucho tiempo para satisfacer a todas las partes. A veces, las partes intentan llegar a un compromiso global dando satisfacción a una parte del texto y presionando para que otra parte quede intacta de cualquier modificación. A pesar de esta técnica, las negociaciones suelen llevar mucho tiempo.

En la Conclusión de los Tratados, una vez acordado el texto, se pasa a la “fase de adopción” y en este nivel, durante esta fase, se utiliza lo que se llama el “procedimiento de autentificación”. El artículo 10 sobre la AUTENTICACIÓN DEL TEXTO de la Convención de Viena afirma que “El texto de un tratado queda establecido como auténtico y definitivo (a) Por el procedimiento previsto en el texto o acordado por los Estados que hayan participado en su elaboración; o b) A falta de tal procedimiento, por la firma, la firma ad referéndum o la rúbrica por los representantes de esos Estados del texto del tratado o del Acta Final de una conferencia que incorpore el texto”. El término “autentificación” se refiere al procedimiento por el que se adopta el texto de un tratado como auténtico y definitivo. Una vez autentificado el tratado, los Estados ya no pueden modificar unilateralmente sus disposiciones. Si los Estados que han participado en la elaboración del tratado no se ponen de acuerdo sobre el procedimiento a seguir para adoptar el texto auténtico, el tratado se autentificará normalmente mediante la firma, la firma ad referéndum o la rúbrica del texto por los representantes de estos Estados.

Las 3 vías ejecutivas

Los tratados se encuentran entre las primeras manifestaciones de las relaciones internacionales, siendo el primer ejemplo conocido un acuerdo fronterizo entre las ciudades-estado sumerias de Lagash y Umma en torno al año 3100 a.C.[4] Los acuerdos internacionales fueron utilizados de alguna forma por la mayoría de las grandes civilizaciones, creciendo tanto en sofisticación como en número durante los primeros años de la era moderna.[5] A principios del siglo XIX se produjo un desarrollo de la diplomacia, la política exterior y el derecho internacional que se reflejó en el uso generalizado de los tratados. La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969 codificó estas prácticas, estableciendo directrices y normas para la creación, modificación, interpretación y terminación de los tratados y para la resolución de disputas y presuntas infracciones[6].

La firma de los Convenios de Ginebra en 1949. La firma de un país, a través de plenipotenciarios con “plenos poderes” para celebrar un tratado, suele ser suficiente para manifestar la intención de quedar obligado por el tratado.

Sin embargo, desde finales del siglo XIX, la mayoría de los tratados han seguido un formato bastante coherente. Un tratado suele comenzar con un preámbulo en el que se describen las “Altas Partes Contratantes” y sus objetivos comunes en la ejecución del tratado, así como un resumen de los acontecimientos subyacentes (como las consecuencias de una guerra en el caso de un tratado de paz). Los preámbulos modernos se estructuran a veces como una sola frase muy larga formateada en varios párrafos para facilitar la lectura, en la que cada uno de los párrafos comienza con un gerundio (deseando, reconociendo, teniendo, etc.).

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