La mano invisible de Adam Smith
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En economía, concretamente en la teoría del equilibrio general, un mercado perfecto, también conocido como mercado atomístico, se define por varias condiciones idealizadoras, denominadas colectivamente competencia perfecta o competencia atomística. En los modelos teóricos en los que se dan las condiciones de competencia perfecta, se ha demostrado que un mercado alcanzará un equilibrio en el que la cantidad suministrada de cada producto o servicio, incluida la mano de obra, es igual a la cantidad demandada al precio actual. Este equilibrio sería un óptimo de Pareto[1].
La teoría de la competencia perfecta tiene sus raíces en el pensamiento económico de finales del siglo XIX. Léon Walras[2] dio la primera definición rigurosa de la competencia perfecta y derivó algunos de sus principales resultados. En los años 50, la teoría fue formalizada por Kenneth Arrow y Gérard Debreu[3].
Los mercados reales nunca son perfectos. Los economistas que creen en la competencia perfecta como una aproximación útil a los mercados reales pueden clasificarlos entre casi perfectos y muy imperfectos. El mercado inmobiliario es un ejemplo de mercado muy imperfecto. En este tipo de mercados, la teoría del segundo mejor demuestra que si una condición de optimalidad de un modelo económico no puede satisfacerse, es posible que la siguiente mejor solución implique el cambio de otras variables lejos de los valores que serían óptimos de otro modo[4].
Adam smith monopolio y competencia
Adam Smith describió el interés propio y la competencia en una economía de mercado como la “mano invisible” que guía la economía. Este episodio de la serie de podcasts Economic Lowdown explica estos conceptos y su importancia para nuestra comprensión del sistema económico.
Una economía de mercado es un sistema económico en el que los individuos son propietarios de la mayoría de los recursos -tierra, trabajo y capital- y controlan su uso mediante decisiones voluntarias tomadas en el mercado. Es un sistema en el que el gobierno desempeña un pequeño papel. En este tipo de economía, dos fuerzas -el interés propio y la competencia- desempeñan un papel muy importante. El papel del interés propio y de la competencia fue descrito por el economista Adam Smith hace más de 200 años y sigue siendo fundamental para nuestra comprensión del funcionamiento de las economías de mercado.
¿Por qué vas a trabajar? ¿Por qué vas a la escuela? Puede haber muchas razones, pero en el fondo probablemente vas al trabajo y a la escuela porque tienes interés propio. Tener interés propio significa simplemente que buscas tu propio beneficio personal. Vas al trabajo porque quieres que te paguen para poder comprar las cosas que quieres. Vas a la escuela para poder conseguir un mejor trabajo algún día y ganar más dinero para comprar las cosas que quieres. De hecho, la mayor parte de la actividad económica que vemos a nuestro alrededor es el resultado de un comportamiento interesado. Adam Smith lo describió así en su libro La riqueza de las naciones:
Ejemplos de competencia perfecta
En economía, concretamente en la teoría del equilibrio general, un mercado perfecto, también conocido como mercado atomístico, se define por varias condiciones de idealización, denominadas colectivamente competencia perfecta o competencia atomística. En los modelos teóricos en los que se dan las condiciones de competencia perfecta, se ha demostrado que un mercado alcanzará un equilibrio en el que la cantidad suministrada de cada producto o servicio, incluida la mano de obra, es igual a la cantidad demandada al precio actual. Este equilibrio sería un óptimo de Pareto[1].
La teoría de la competencia perfecta tiene sus raíces en el pensamiento económico de finales del siglo XIX. Léon Walras[2] dio la primera definición rigurosa de la competencia perfecta y derivó algunos de sus principales resultados. En los años 50, la teoría fue formalizada por Kenneth Arrow y Gérard Debreu[3].
Los mercados reales nunca son perfectos. Los economistas que creen en la competencia perfecta como una aproximación útil a los mercados reales pueden clasificarlos entre casi perfectos y muy imperfectos. El mercado inmobiliario es un ejemplo de mercado muy imperfecto. En este tipo de mercados, la teoría del segundo mejor demuestra que si una condición de optimalidad de un modelo económico no puede satisfacerse, es posible que la siguiente mejor solución implique el cambio de otras variables lejos de los valores que serían óptimos de otro modo[4].
Cita de Adam smith sobre el interés propio
La mano invisible es una metáfora de las fuerzas invisibles que mueven la economía de libre mercado. Gracias al interés individual y a la libertad de producción y consumo, se cumple el interés superior de la sociedad en su conjunto. La interacción constante de las presiones individuales sobre la oferta y la demanda del mercado provoca el movimiento natural de los precios y el flujo del comercio.
La mano invisible forma parte del enfoque de laissez-faire, que significa “dejar hacer/dejar pasar”, del mercado. En otras palabras, el enfoque sostiene que el mercado encontrará el equilibrio sin que el gobierno u otras intervenciones lo obliguen a seguir patrones no naturales.
El pensador escocés de la Ilustración, Adam Smith, introdujo el concepto en varios de sus escritos, como la interpretación económica en su libro An Inquiry Into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (a menudo abreviado como The Wealth of Nations) publicado en 1776 y en The Theory of Moral Sentiments publicado en 1759. El término se utilizó en un sentido económico durante la década de 1900.
La metáfora de la mano invisible destila dos ideas fundamentales. En primer lugar, los intercambios voluntarios en un mercado libre producen beneficios involuntarios y generalizados. En segundo lugar, estos beneficios son mayores que los de una economía regulada y planificada.