Economías de escala
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El capital es un factor de producción, junto con el trabajo y la tierra. Consiste en la infraestructura y el equipamiento utilizados para producir bienes y servicios. El capital puede incluir los edificios de la fábrica, los vehículos, la maquinaria de la planta y las herramientas utilizadas en el proceso de producción. Las empresas pueden comprar, alquilar o arrendar la infraestructura y las herramientas en el mercado de capitales, pero incluso si la empresa es propietaria de estos factores de producción, el coste de oportunidad de utilizar este capital es la renta perdida que la empresa podría recibir si alquilara el capital a otra persona en lugar de utilizarlo para la producción. Por ello, decimos que el precio del capital es la tasa de alquiler.
Una empresa decide qué cantidad de cada factor de producción va a utilizar y qué cantidad de producto va a producir en función de los precios de mercado de los productos y los insumos, así como de los determinantes tecnológicos exógenos representados por la función de producción. La función de producción describe la relación entre la cantidad de insumos utilizados en la producción y la cantidad de producto. Puede utilizarse para obtener el producto marginal del capital, que es el aumento de la cantidad de producción de una unidad adicional de capital. El valor del producto marginal (VMP) del capital es el producto marginal del capital multiplicado por el precio. La curva de demanda de capital con pendiente descendente, que es igual al VMP del capital, refleja el hecho de que el proceso de producción presenta un producto marginal decreciente. Una empresa seguirá añadiendo capital hasta el punto en que la tasa de alquiler sea igual al valor del producto marginal del capital, que es el punto de equilibrio.
Función de producción
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En economía, los factores de producción, los recursos o los insumos son lo que se utiliza en el proceso de producción para obtener el producto, es decir, los bienes y servicios acabados. Las cantidades utilizadas de los distintos insumos determinan la cantidad de producto según la relación denominada función de producción. Existen cuatro recursos o factores de producción básicos: la tierra, el trabajo, el capital y el empresario (o la empresa). Los factores también se denominan con frecuencia “bienes o servicios del productor” para distinguirlos de los bienes o servicios adquiridos por los consumidores, que suelen denominarse “bienes de consumo”[1].
primarios y secundarios. Los factores primarios mencionados anteriormente son la tierra, el trabajo y el capital. Los materiales y la energía se consideran factores secundarios en la economía clásica porque se obtienen a partir de la tierra, el trabajo y el capital. Los factores primarios facilitan la producción, pero no pasan a formar parte del producto (como ocurre con las materias primas) ni se transforman significativamente en el proceso de producción (como ocurre con el combustible utilizado para hacer funcionar la maquinaria). La tierra incluye no sólo el lugar de producción, sino también los recursos naturales que se encuentran por encima o por debajo del suelo. El uso reciente ha distinguido el capital humano (el stock de conocimientos de la mano de obra) de la mano de obra[2] El espíritu empresarial también se considera a veces un factor de producción[3] A veces, el estado general de la tecnología se describe como un factor de producción[4] El número y la definición de los factores varían, dependiendo del propósito teórico, el énfasis empírico o la escuela de economía[5].
Economías de alcance erklärung
Tres pequeñas palabras. A menudo es todo lo que se necesita para hacer que el corazón lata más rápido. “Libertad, igualdad, fraternidad” cautivó a la Revolución Francesa. “Te quiero” es la base de muchas relaciones exitosas. “Vida, libertad, felicidad” es el núcleo de la Declaración de Independencia de Estados Unidos. Para muchos economistas, esas tres palabras mágicas son “oferta, demanda, precio”.
En cualquier transacción de mercado entre un vendedor y un comprador, el precio del bien o servicio viene determinado por la oferta y la demanda en un mercado. La oferta y la demanda están determinadas, a su vez, por la tecnología y las condiciones en las que operan las personas. En un extremo, el mercado podría estar poblado por un gran número de vendedores y compradores prácticamente idénticos (por ejemplo, el mercado de bolígrafos). En el otro extremo, podría haber un solo vendedor y un solo comprador (como sería el caso de que yo quisiera intercambiar mi mesa por tu edredón).
Los economistas han formulado modelos para explicar diversos tipos de mercados. El más fundamental es el de la competencia perfecta, en el que hay un gran número de oferentes y demandantes idénticos del mismo producto, el comprador y el vendedor pueden encontrarse sin coste alguno y no hay barreras que impidan la entrada de nuevos oferentes en el mercado. En competencia perfecta, nadie tiene la capacidad de influir en los precios. Ambas partes dan por sentado el precio del mercado, y el precio de equilibrio del mercado es aquel en el que no hay ni exceso de oferta ni exceso de demanda. Los proveedores seguirán produciendo mientras puedan vender el bien a un precio que supere su coste de fabricación de uno más (el coste marginal de producción). Los compradores seguirán comprando mientras la satisfacción que obtienen del consumo sea mayor que el precio que pagan (la utilidad marginal del consumo). Si los precios suben, los proveedores adicionales se verán atraídos a entrar en el mercado. La oferta aumentará hasta que se alcance de nuevo el precio de equilibrio del mercado. Si los precios bajan, los proveedores que no puedan cubrir sus costes abandonarán el mercado.
Cambio tecnológico incorpóreo
La población mundial, de 7.300 millones en la actualidad, se espera que supere los 9.000 millones en 2050. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha previsto que en 2050 se necesitará un 70% más de alimentos para satisfacer la demanda de la creciente población, lo que supone un gran reto debido a la limitación de recursos y tierras cultivables. Aunque el consumo de carne está disminuyendo en los países desarrollados, su consumo global está aumentando porque los consumidores no están dispuestos a reducir su consumo de carne, en particular en los países en desarrollo como China, India y Rusia (1). Estas poblaciones, cada vez más de clase media, buscan productos más lujosos, como la carne u otros productos de origen animal (por ejemplo, queso, productos lácteos).
En consecuencia, se están desarrollando formas más eficientes de producción de proteínas para sostener a la creciente población mundial y, al mismo tiempo, cumplir con los desafíos actuales, como los problemas ambientales y de bienestar animal (9). Entre las soluciones, la carne cultivada es presentada por sus defensores como una alternativa sostenible para los consumidores que quieren ser más responsables pero no desean cambiar la composición de su dieta (10-13). La historia de la carne cultivada fue detallada por Hamdan et al. (14), y un análisis bibliométrico de las publicaciones sobre este tema fue realizado por Fernandes et al. (15). En efecto, desde la primera publicación sobre carne cultivada en 2008, el número de publicaciones aumentó considerablemente (89% del total) a partir de 2013. En agosto de ese mismo año, se preparó y degustó en un programa de televisión la primera hamburguesa producida con carne cultivada (16).